Se ve que, en contra de lo que yo creía, no hay orilla. Me lo contaron ayer, que lo nuestro es nadar mar adentro y que nunca hay descanso. Acaso una tabla a la que agarrarse mientras se continúa nadando. Tal vez flotar y que te lleve el mar, pero siempre sin descanso. Que somos náufragos, dijo. Y si te admiro es porque, de algun modo que todavía no logro entender, eres tabla y consigues salvarme de la vida que me ha tocado nadar.
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